El estado de bienestar desde sus orígenes hasta los «objetivos de desarrollo sostenible» y el «big data»

VERSIÓN 1.0

INTRODUCCIÓN

El Estado de Bienestar se sustenta en cinco pilares fundamentales: la sanidad, la seguridad social, la educación, los servicios sociales y la dependencia. En la actualidad, este modelo enfrenta numerosos desafíos que lo colocan en una encrucijada crítica (Pino, 2016). El principal objetivo de este capítulo es analizar el Estado de Bienestar y los retos que enfrenta.

En primer lugar, se definirá qué es el Estado de Bienestar, se explorarán sus conceptos asociados y se explicarán los diferentes modelos de Estados de Bienestar en la Unión Europea. A continuación, se examinarán algunos de los desafíos actuales y futuros que enfrenta este sistema, incluyendo su adaptación a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la Agenda 2030 y el uso del Big Data.

El Estado de Bienestar es un sistema en el que el gobierno asume la responsabilidad de garantizar el bienestar social y económico de sus ciudadanos. Esto se logra mediante la implementación de políticas y programas que aseguren el acceso universal a servicios esenciales como la sanidad y la educación, así como sistemas de seguridad social que protejan a las personas en situaciones de vulnerabilidad.

En Europa, existen varios modelos de Estados de Bienestar que reflejan diferentes enfoques y prioridades en la gestión de los servicios sociales. Estos modelos incluyen el modelo nórdico, caracterizado por su alto nivel de provisión de servicios y redistribución de ingresos; el modelo continental, que se basa en seguros sociales financiados por las contribuciones de trabajadores y empleadores; el modelo anglosajón, que combina una provisión pública limitada con un amplio sector privado; y el modelo mediterráneo, que depende en gran medida del apoyo familiar y tiene un menor nivel de intervención estatal (Esping-Andersen, 1990).

El Estado de Bienestar enfrenta varios retos significativos en el siglo XXI. Uno de los principales desafíos es su adaptación a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030, los cuales requieren un enfoque integral y sostenible para mejorar la calidad de vida sin comprometer los recursos de futuras generaciones (Naciones Unidas, 2015).

Otro reto importante es la incorporación del Big Data en la gestión de servicios públicos. La capacidad de recopilar y analizar grandes volúmenes de datos puede mejorar la eficiencia y eficacia de los servicios del Estado de Bienestar, pero también plantea preocupaciones sobre la privacidad y la protección de datos personales (Mayer-Schönberger y Cukier, 2013).

En resumen, el Estado de Bienestar está en un momento crucial de transformación. Su capacidad para adaptarse a los cambios demográficos, económicos y tecnológicos determinará su relevancia y efectividad en las próximas décadas.

El estado de bienestar desde sus orígenes hasta los «objetivos de desarrollo sostenible» y el «big data»

¿Qué es el estado de bienestar?

Al hablar sobre el Bienestar Social, encontramos varios conceptos que están relacionados pero que significan cosas diferentes. Es importante entender términos como Política Social, Estado de Bienestar y Bienestar Social. Estos términos son fundamentales para comprender cómo se organiza y se promueve el bienestar en una sociedad.

Bienestar social

El Bienestar Social está estrechamente relacionado con los valores sociales de una comunidad, mientras que el Estado de Bienestar se entrelaza con decisiones políticas, económicas y administrativas que influyen en la vida de los ciudadanos. Estas decisiones se materializan a través de políticas sociales concretas. Para comprender en profundidad todo lo relacionado con el Bienestar Social, es necesario examinar detenidamente estas realidades.

Bienestar Social. El Bienestar Social es un concepto amplio que se refiere a un conjunto de servicios y apoyos proporcionados a los ciudadanos para protegerlos en diversas circunstancias adversas, tales como viudedad, enfermedad, envejecimiento y discapacidad. Este concepto engloba las acciones y mecanismos que aseguran que las personas puedan vivir de manera digna y segura, independientemente de sus circunstancias personales.

En las sociedades occidentales, el Bienestar Social se sustenta en varios pilares:

  • Familia: A través del vínculo de la reciprocidad, la familia juega un papel crucial en el apoyo y cuidado de sus miembros.
  • Mercado: Mediante el intercambio de bienes y servicios, el mercado contribuye al bienestar económico de las personas.
  • Sector no gubernamental: Organizaciones sin fines de lucro y voluntarios que ofrecen apoyo y servicios complementarios.
  • Estado: A través del principio de igualdad de derechos, el Estado establece mecanismos de redistribución para corregir desigualdades y asegurar que todos los ciudadanos tengan acceso a servicios esenciales (Alemán y Ramos-Lorente, 2009 y 2013).

Estado de Bienestar. El Estado de Bienestar es un sistema en el que el gobierno interviene activamente para garantizar el bienestar de sus ciudadanos. Esto se lleva a cabo mediante la implementación de políticas sociales específicas que abordan necesidades como la salud, la educación, la vivienda y la seguridad social. Las decisiones políticas, económicas y administrativas en este ámbito son fundamentales para el diseño y la ejecución de estas políticas.

Relación entre Bienestar Social y Estado de Bienestar. El Bienestar Social y el Estado de Bienestar están intrínsecamente conectados. Mientras que el Bienestar Social refleja el estado general de la calidad de vida y la protección social en una comunidad, el Estado de Bienestar es la estructura y el conjunto de políticas mediante las cuales el gobierno busca alcanzar este bienestar. En otras palabras, el Estado de Bienestar es el medio a través del cual se promueve y garantiza el Bienestar Social.

Para profundizar en el estudio del Bienestar Social, es esencial analizar cómo estos diversos actores (familia, mercado, sector no gubernamental y Estado) interactúan y contribuyen al bienestar de los ciudadanos. Esta interacción determina la efectividad y el alcance del Bienestar Social en una sociedad.

Modelos de Estado de Bienestar

Aunque históricamente han existido formas de ayuda estatal para los ciudadanos más necesitados, el concepto de Estado de Bienestar es una traducción literal del término inglés «Welfare State». Este término fue utilizado por primera vez en 1945, después de la Segunda Guerra Mundial, por el Arzobispo de Canterbury, William Temple. Sin embargo, a pesar de esta traducción literal, el significado de «Estado de Bienestar» varía según el país. En la Unión Europea, el término se entremezcla con el de «protección social». En este contexto, las familias, el tercer sector, el mercado y el Estado colaboran para proporcionar bienestar social a los ciudadanos.

Estado de Bienestar en Diferentes Contextos. En los Estados Unidos, aunque el economista John Maynard Keynes promovió la intervención estatal con sus teorías económicas, hoy en día hablar de bienestar social en relación con el Estado se refiere principalmente a la asistencia económica para personas en situación de pobreza. En contraste, en Europa, el Estado de Bienestar se centra en una estrategia gubernamental para proteger y promover el bienestar económico y social de los ciudadanos a través de servicios sociales y políticas específicas.

El Estado de Bienestar se puede entender como un esfuerzo por cohesionar la sociedad a través de la solidaridad y la redistribución de recursos. Según Esping-Andersen (2004), este sistema busca cohesionar la sociedad mediante la solidaridad entre los ciudadanos y el derecho social a la redistribución. Otros autores, como Segall (2005), sugieren que esta cohesión se basa en el principio de reciprocidad entre los ciudadanos.

El Proceso Histórico del Estado de Bienestar. El Estado de Bienestar es parte del proceso histórico de construcción en las sociedades occidentales e industrializadas. Este modelo ha articulado la modernización capitalista, la democracia de partidos y las demandas de las clases obreras, universalizando, en mayor o menor medida según el modelo, los derechos políticos y sociales. Según T.H. Marshall, la industrialización permitió el desarrollo de derechos civiles, políticos y sociales:

  • Derechos civiles: Relacionados con libertades básicas como la libertad de expresión, de creencias, de propiedad y la igualdad ante la ley, vigilados por los tribunales de justicia.
  • Derechos políticos: Incluyen el derecho de reunión y asociación, y el derecho a elegir o ser elegido para cargos públicos, protegidos por el sufragio, las cámaras legislativas y los gobiernos.
  • Derechos sociales: Garantizan mínimos de bienestar y seguridad, y una vida digna, protegidos por sistemas educativos, sanitarios y de bienestar social.

Críticas y Perspectivas Alternativas. Algunos autores marxistas, como Macionis y Plummer (2011), critican que las políticas sociales de igualdad están diseñadas para que los trabajadores sean cualificados y estén sanos, asegurando así su eficacia en el sistema productivo.

Objetivos del Estado de Bienestar. El Estado de Bienestar surge en las sociedades industrializadas con dos objetivos principales: incrementar la calidad de vida de los ciudadanos y disminuir las desigualdades. Esto implica la intervención del Estado en la seguridad social y los servicios sociales, así como el establecimiento del pleno empleo y el desarrollo de políticas relacionadas con la educación, la salud, la familia y la vivienda. En todos los países de la Unión Europea existe algún modelo de Estado de Bienestar, con gobiernos que destinan una proporción significativa de su presupuesto a financiar políticas de bienestar.

Modelo Socialdemócrata o Nórdico

El modelo socialdemócrata o nórdico, caracterizado por su universalidad, tiene como objetivo corregir las desigualdades resultantes de la economía de mercado y asume muchas de las responsabilidades que tradicionalmente recaían en las familias. Este modelo se fundamenta en dos elementos principales: el paradigma de Beveridge y la socialdemocracia escandinava, ambos concebidos para abordar los problemas sociales tras la Segunda Guerra Mundial.

El paradigma de Beveridge, iniciado antes del fin de la guerra, se basa en el Reporte Beveridge de 1942, que proponía un sistema de seguridad social financiado por contribuciones de trabajadores, empleadores y el Estado, cubriendo contingencias como enfermedad, desempleo y vejez con un alcance universal. Este enfoque resolvió lo que se conocía como la «cuestión social», donde la clase obrera emergió como un actor político relevante en el contexto de la extensión del sufragio (Isuani, 1991; Alemán y Ramos-Lorente, 2009 y 2013).

En contraste con el siglo XIX, cuando era necesario demostrar carencia de medios, el modelo socialdemócrata desarrolló un sistema público burocratizado y centralizado a nivel nacional. Su característica de universalidad trasladó la responsabilidad económica del bienestar de los individuos al Estado, los empleadores y la sociedad en general, a través de un sistema impositivo. Este modelo protege a todos los ciudadanos contra el envejecimiento, el desempleo y la enfermedad, garantizando ingresos mínimos.

Este enfoque, presente en los países escandinavos, está estrechamente vinculado a la política keynesiana y se denomina «política activa del mercado laboral» debido a su énfasis en promover el pleno empleo como pilar del bienestar social y mecanismo de inclusión. El modelo socialdemócrata ve los riesgos sociales como consecuencia del mercado y asume el bienestar de todos los ciudadanos como una responsabilidad colectiva y solidaria, complementando los derechos civiles y políticos y estableciendo una nueva dimensión de ciudadanía (Marshall, 1975; Titmuss, 1981).

Modelo Corporatista o Bismarckiano

El modelo corporatista o bismarckiano, típico de Europa occidental (Alemania, Holanda, Francia, Austria), originalmente buscaba proteger a los trabajadores y sus familias de situaciones como desempleo, enfermedad o fallecimiento. Es un modelo mixto en el que tanto las empresas como el Estado facilitan la protección, organizada en torno a un seguro social ligado al salario del ciudadano. El Estado interviene cuando las familias o las personas no pueden satisfacer sus necesidades por sí mismas.

Este modelo, aunque no es redistributivo, refuerza el modelo familiar tradicional y ha evolucionado para ampliar los servicios públicos, alcanzando niveles de protección similares al modelo socialdemócrata.

Modelo Liberal

En el modelo liberal, el Estado intenta interferir lo menos posible en las leyes del mercado, y las prestaciones sociales se otorgan bajo criterios muy estrictos. El mercado es el principal mecanismo de asignación de recursos, y el Estado solo interviene para limitar ciertos aspectos económicos y facilitar la inserción de los pobres en el mercado. Este modelo considera la pobreza como un problema individual y no como una cuestión estructural. Los países con este enfoque, como Reino Unido, Canadá, Australia y Estados Unidos, tienen un sistema de provisión dual: seguros privados para ciudadanos con recursos y servicios estatales para los más pobres (Macionis y Plummer, 2011).

Modelo Sureño o Basado en la Familia

El modelo sureño, presente en países como España e Italia, asume que el Estado cubre un nivel básico de seguridad social, mientras que la familia proporciona un soporte esencial en la prestación de bienestar social. Este modelo se caracteriza por una fuerte dependencia de la red familiar y una menor intervención estatal en comparación con otros modelos europeos (Alemán y Ramos-Lorente, 2009 y 2013; Moreno, 2001).

Modelos en Europa Central y del Este

Tras la expansión de la Unión Europea entre 2004 y 2007, los países de Europa Central y del Este desarrollaron modelos de Estado de Bienestar diversos. Aunque estos países comparten una historia comunista con instituciones de bienestar bismarckianas previas a la Segunda Guerra Mundial, su diversidad institucional impide la estructuración en un modelo común. Las subregiones poscomunistas, como la región de Visegrad, la región Báltica, y Bulgaria junto con Rumanía, presentan peculiaridades específicas que limitan la posibilidad de un modelo único (Barat, 2012).

Conclusión

El Estado de Bienestar ha sido una de las transformaciones más significativas en las sociedades occidentales e industrializadas durante la segunda mitad del siglo XX. Ha articulado la vida social y marcado el progreso económico, transformando el Estado en un Estado de Derecho con un fuerte componente social y económico (Alemán y Garcés, 2003). La diversidad de modelos refleja los valores y contextos específicos de cada región, evidenciando diferentes enfoques para promover y proteger el bienestar de los ciudadanos.

Política social

La política social se refiere a las medidas concretas que los Estados elaboran, implementan y desarrollan para proteger a los ciudadanos de contingencias, riesgos y necesidades. Estas políticas están estrechamente relacionadas con la manera en que los gobiernos crean condiciones económicas y sociales para el desarrollo de servicios de bienestar social. Además, el término política social también se utiliza para describir su estudio académico.

Una definición precisa de política social, según Montagut (2004), es «la relativa a la administración pública del bienestar, es decir, al desarrollo y dirección de los servicios específicos del Estado y de las autoridades locales, en aspectos como la salud, educación, trabajo, vivienda, y servicios sociales. Política que tiene como finalidad paliar determinados desequilibrios o problemas sociales o, de una forma más modesta, perseguir objetivos que generalmente son percibidos como respuesta a tales problemas.» Otros autores clásicos del análisis de política social, como Titmuss (1981), Rodríguez Cabrero (2004) y Moreno (2001), plantean definiciones similares.

Funciones de la Política Social en el Estado de Bienestar. Basándonos en las ideas presentadas, podemos afirmar que el Estado de Bienestar establece y promueve, a través de la política social, el desarrollo de estructuras que contribuyen al bienestar y a mantener la paz social, corrigiendo desequilibrios sociales (Alemán y Ramos-Lorente, 2013 y 2009). Además, la política social es la realización de derechos sociales (Alonso, 2019). Las políticas sociales son herramientas del Estado para mediar en los conflictos sociales y reducir las desigualdades.

Aspectos Clave de la Política Social. Todos los modelos de Estado de Bienestar han contribuido a la consolidación del bienestar social y de los derechos de los ciudadanos mediante el desarrollo de políticas sociales. De manera general, los principales aspectos que el Estado de Bienestar cubre son:

  • Pensiones: Garantizar ingresos mínimos a las personas jubiladas.
  • Asistencia sanitaria: Proveer servicios de salud accesibles y de calidad.
  • Educación: Asegurar acceso a una educación inclusiva y de calidad.
  • Desempleo: Ofrecer apoyo financiero y programas de reinserción laboral para los desempleados.
  • Bienestar infantil y familiar: Proteger y promover el desarrollo de niños y familias.
  • Servicios sociales: Proveer servicios de apoyo y asistencia a personas en situación de vulnerabilidad.

En resumen, la política social es fundamental para el funcionamiento del Estado de Bienestar. A través de diversas medidas y programas, los gobiernos buscan asegurar el bienestar de sus ciudadanos, corregir desequilibrios sociales y mantener la paz social. Estas políticas no solo responden a necesidades inmediatas, sino que también buscan crear condiciones que promuevan el desarrollo sostenible y la cohesión social a largo plazo.

Servicios sociales

Los servicios sociales, junto con los servicios sanitarios, educativos y las pensiones o prestaciones para la subsistencia, acercan el Estado de Bienestar al ciudadano. Los servicios sociales son una manifestación tangible de las políticas de bienestar en la sociedad y representan la forma más directa en la que los ciudadanos perciben el Estado de Bienestar.

Estos servicios consisten en un conjunto de acciones y prestaciones destinadas a promover el bienestar social de los ciudadanos. Su objetivo es proporcionar información, prevención, promoción, atención y ayuda a las personas, grupos y comunidades vulnerables. Los servicios sociales responden a situaciones de necesidad individuales, familiares, sociales y comunitarias, proporcionando los recursos necesarios para enfrentar estas circunstancias.

Para ofrecer una respuesta efectiva, los servicios sociales requieren:

  1. Valoración de la situación: Un análisis detallado de las necesidades y circunstancias de cada caso.
  2. Plan de trabajo: La elaboración de estrategias y pasos a seguir para abordar las necesidades identificadas.
  3. Orientación: Información sobre los recursos disponibles y las prestaciones más adecuadas para cada situación.
  4. Prestaciones y servicios pertinentes: Provisión de los servicios específicos que mejor se ajusten a las necesidades del individuo o grupo.

Importancia de los Servicios Sociales. Los servicios sociales son esenciales para materializar las políticas de bienestar, ya que actúan como intermediarios entre las políticas gubernamentales y la población. A través de estos servicios, el Estado puede garantizar que las políticas diseñadas para promover el bienestar social lleguen efectivamente a quienes más las necesitan.

Funciones Principales de los Servicios Sociales:

  • Información: Brindar a los ciudadanos el conocimiento necesario sobre sus derechos y los servicios disponibles.
  • Prevención: Implementar programas y acciones que eviten la aparición de problemas sociales.
  • Promoción: Fomentar el desarrollo personal y comunitario a través de diversas iniciativas.
  • Atención: Ofrecer apoyo directo a individuos y grupos en situaciones de vulnerabilidad.
  • Ayuda: Proveer asistencia en casos de emergencia y necesidades específicas.

Los servicios sociales representan una respuesta integral y multifacética ante las diversas necesidades que pueden surgir en la vida de los ciudadanos. Su función es vital para asegurar que todos los miembros de la sociedad tengan acceso a los recursos y el apoyo necesarios para una vida digna y plena.

En conclusión, los servicios sociales son un componente crucial del Estado de Bienestar. A través de ellos, se materializan las políticas de bienestar, proporcionando un apoyo directo y tangible a los ciudadanos. Estos servicios no solo atienden necesidades inmediatas, sino que también trabajan para prevenir problemas futuros y promover el bienestar general de la comunidad.

Desafíos al estado de bienestar

Una vez consolidado el Estado de Bienestar como el actor que contribuye al bienestar social mediante la política social, surgen nuevos retos. Entre los desafíos más relevantes que debe afrontar se encuentran las nuevas tecnologías, el envejecimiento de la población y la dependencia. Como indicaron Alemán y Ramos (2009 y 2013), el mayor desafío del Estado de Bienestar es adaptarse a la globalización. Además, la Gran Recesión internacional, estrechamente ligada a la globalización, ha revelado problemas relacionados con el déficit público.

El Estado de Bienestar enfrenta numerosos retos en el contexto actual de globalización, crisis económicas, cambios demográficos y avances tecnológicos. Adaptarse a estos desafíos es crucial para garantizar la continuidad y eficacia de las políticas de bienestar social, manteniendo la cohesión social y protegiendo los derechos de los ciudadanos.

Globalización

Sykes, Palier y Prior (2001) en su obra “Globalization and European Welfare State” propusieron que la globalización ha tenido un impacto significativo en los Estados de Bienestar debido a la fuerte influencia del mercado en la economía. La globalización, vista como parte de la sociedad red en la era de la información, se caracteriza por la expansión y aceleración impulsadas por la revolución tecnológica de los años 70. Esta transformación ha llevado a una acumulación masiva de conocimiento y a una interconexión de las economías mundiales, creando enormes desigualdades. Además, la globalización ha dado lugar a mercados globales operativos ininterrumpidamente, comunicación en red inmediata e internacional, y la aparición de marcos de referencia supranacionales y agencias internacionales multilaterales. Estos cambios han generado nuevas estructuras sociales, planteando desafíos adicionales para el Estado de Bienestar, como los cambios en las familias y el mercado laboral (Castells, 2003).

La Gran Recesión Internacional y la Respuesta Europea

La burbuja inmobiliaria de 2006 en Estados Unidos, en el contexto de globalización, afectó al sistema financiero global, eliminando la liquidez necesaria para mantener niveles de consumo que facilitan la economía. Esta crisis llevó a una profunda reflexión sobre el Estado de Bienestar en la UE. La Gran Recesión provocó una drástica reducción del gasto público para disminuir la deuda, lo que se conoció como políticas de austeridad (Wolf, 2013). Estos recortes fueron percibidos por los ciudadanos como amenazas a sus derechos sociales. A pesar de esto, Europa sigue siendo la región con mayor intervención del Estado de Bienestar. La crisis y las políticas de austeridad han debilitado los presupuestos para políticas públicas, incrementando las desigualdades y cuestionando la legitimidad del Estado de Bienestar. La UE ha respondido reforzando los Derechos Sociales Fundamentales, subrayando la necesidad de fortalecer el bienestar como un mecanismo de cohesión social (UE, 2000).

Entre 2014 y 2018, el Programa NORFACE (Welfare State Futures Programme) incluyó a más de 200 investigadores europeos que estudiaron cuestiones relacionadas con los Derechos Sociales Fundamentales. Los estudios del University Institute Robert Schuman Centre for Advanced Studies (RSCAS) revelan desconfianza en la continuidad de las prestaciones del Estado de Bienestar, con preocupaciones sobre la sostenibilidad de la seguridad social y el acceso a programas sociales (Taylor-Gooby y Leruth, 2018). Los Estados de Bienestar nacionales también enfrentan desafíos por la libre circulación de personas, careciendo de una jurisprudencia precisa sobre la portabilidad de derechos sociales (Blauberger y Schmidt, 2019).

Retos a Medio y Largo Plazo

Según el Profesor Pierson de la Universidad de Harvard, algunos de los principales desafíos para la continuidad del Estado de Bienestar son la financiación, las cuestiones de género y la longevidad de la población:

  1. Financiación: La Gran Recesión ha empobrecido a sectores importantes de la población, acentuando las desigualdades sociales. Para la supervivencia del Estado de Bienestar, es esencial analizar la interacción entre aspectos macroeconómicos, fiscales, relaciones laborales, política y regulación del mercado laboral, y políticas de conciliación de la vida laboral y familiar.
  2. Cuestiones de género: La feminización del mercado laboral y las dificultades para conciliar la vida laboral y profesional afectan los niveles de natalidad. El índice EIGE’s (Gender Equality Index) muestra las dificultades de las mujeres para equilibrar la vida laboral y privada, resaltando la necesidad de una mayor implicación de los hombres en la gestión de tareas domésticas.
  3. Longevidad: El envejecimiento de la población plantea desafíos significativos en términos de gasto en salud y cuidados a largo plazo, con una disminución de la población joven en edad de trabajar que deberá financiar estos gastos a través de impuestos y contribuciones a la seguridad social.

Objetivos de Bienestar Social y Agenda 2030

El objetivo del bienestar social es crear condiciones para que todos los ciudadanos tengan una vida digna. Robert Urbé (2012) sostiene que el bienestar implica que las personas puedan gestionar su vida cotidiana y estar protegidas de riesgos sociales. Los principales medios para alcanzar estos objetivos son el empleo productivo, la solidaridad en las redes familiares y el apoyo del Estado de Bienestar. Aunque existen divergencias en las respuestas de los Estados de Bienestar europeos, los elementos comunes incluyen el envejecimiento de la población, la optimización de servicios y recursos, y la consolidación fiscal para reducir el déficit público.

El Estado de Bienestar en el Contexto del Big Data

El Big Data representa una revolución en la recopilación y gestión de datos, ofreciendo nuevas oportunidades y desafíos para el Estado de Bienestar. Esta herramienta puede mejorar la organización de servicios, la asignación de subvenciones y la sistematización de información. Sin embargo, plantea preocupaciones sobre la privacidad, la discriminación y la exclusión de grupos marginados. La Universidad de Cardiff propone mantener el carácter público de los datos, promover la participación de la sociedad civil, proteger la privacidad y formar a los analistas de datos en aspectos técnicos y éticos (Data Justice Lab, 2018).

Conclusiones

El Estado de Bienestar ha sido fundamental para el desarrollo de sociedades inclusivas y desarrolladas, especialmente en Europa, donde la política social juega un papel destacado. Los pilares del bienestar, como la sanidad, la educación, los servicios sociales y la dependencia, son componentes esenciales de estas sociedades.

Principales Retos Actuales. Tras examinar los principales conceptos y modelos del Estado de Bienestar, es evidente que esta forma de Estado enfrenta desafíos significativos en la próxima década. Entre los retos más destacados se encuentran la adaptación a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la gestión del Big Data y la respuesta a la pandemia de COVID-19.

  1. Adaptación a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). La Agenda 2030 establece objetivos sostenibles que se dividen en dos dimensiones principales: social y medioambiental.
    • Dimensión social: Incluye la erradicación de la pobreza, la promoción de la justicia, la inclusión, la educación y formación continua, el bienestar, la igualdad de género, y la construcción de infraestructuras y ciudades inclusivas y resilientes. Todo esto se basa en un crecimiento, consumo y producción sostenibles.
    • Dimensión medioambiental: Relacionada estrechamente con la dimensión social, abarca el acceso a recursos y energía sostenible, la mejora de la agricultura, la lucha contra el cambio climático, el uso conservacionista de los recursos naturales y la protección de la biodiversidad. Estos objetivos demuestran la interconexión entre los aspectos sociales y medioambientales.
  2. Big Data. El principal desafío que el Big Data plantea al Estado de Bienestar es la gestión eficiente del vasto volumen de datos que afectan a los ciudadanos. La optimización de recursos y la planificación de políticas sociales efectivas dependen en gran medida de la capacidad de manejar y analizar estos datos. La gestión adecuada del Big Data puede mejorar significativamente la precisión y eficacia de las políticas públicas.
  3. Pandemia de COVID-19. La pandemia de COVID-19 ha generado múltiples frentes de crisis que el Estado de Bienestar debe abordar, incluyendo aspectos sociales, laborales, económicos y fiscales. Esta crisis ha revelado la necesidad de soluciones ambiciosas para ampliar la protección a los ciudadanos. Entre los desafíos emergentes están las cuestiones éticas y morales, como cómo enfrentar la muerte durante la pandemia. Debemos considerar si es suficiente evitar la muerte o si también debemos garantizar el derecho a morir acompañado, a pesar del riesgo de contagio. Estos y otros dilemas subrayan la complejidad de las decisiones que afectan al Estado de Bienestar.

Conclusión. El Estado de Bienestar se enfrenta a una serie de desafíos complejos que requieren soluciones innovadoras y coordinadas. La adaptación a los ODS, la gestión del Big Data y la respuesta a la pandemia de COVID-19 son retos que demandan una planificación cuidadosa y una implementación efectiva de políticas. A medida que avanzamos, es crucial que el Estado de Bienestar evolucione para seguir protegiendo y promoviendo el bienestar de todos los ciudadanos, abordando tanto las necesidades sociales como las medioambientales de manera integrada.

REFERENCIAS

  • Alemán Bracho. (2020). Políticas sociales : innovaciones y cambios (1st & #170; ed.). Cizur Menor (Navarra): Thomson Reuters-Aranzadi

Deja un comentario