El intervencionismo negativo describe una política o práctica gubernamental caracterizada por la omisión o la acción deliberada de no abordar adecuadamente las necesidades y problemas sociales. Este enfoque se manifiesta a través de la falta de respuesta ante las demandas de servicios esenciales o mediante la restricción de la capacidad de los individuos y comunidades para expresar o solucionar sus necesidades. En lugar de enfrentar y resolver las causas subyacentes de diversos problemas sociales, el intervencionismo negativo opta por ignorar o suprimir la expresión y manifestación de dichas necesidades, llevando a una serie de consecuencias negativas para la sociedad.
Un ejemplo claro de intervencionismo negativo es la ausencia o insuficiencia de transporte público. Esta situación se convierte en un reflejo de la falta de compromiso para proporcionar servicios básicos que son fundamentales para el funcionamiento eficiente de las ciudades y la calidad de vida de sus habitantes. La falta de una red de transporte público adecuada limita severamente la movilidad urbana, afectando particularmente a aquellos sin acceso a vehículos privados.
Consideremos el caso hipotético de un pueblo donde el ayuntamiento ha decidido no invertir en el desarrollo o mejora del transporte público. Esta decisión puede basarse en diversas razones, como restricciones presupuestarias, prioridades políticas enfocadas en otros sectores, o la influencia de grupos de interés que se benefician de mantener un status quo que favorece el uso del vehículo privado. Como resultado, el pueblo enfrenta múltiples desafíos:
- Accesibilidad reducida: Los ciudadanos encuentran dificultades para acceder a empleo, educación, servicios de salud, y otras actividades esenciales. Esta situación agrava la desigualdad social y económica, ya que afecta desproporcionadamente a aquellos con menos recursos.
- Impacto en la economía local: La movilidad limitada puede restringir el crecimiento económico, ya que tanto trabajadores como consumidores enfrentan barreras para acceder a mercados y lugares de trabajo.
- Exclusión social: La falta de servicios de transporte público adecuados excluye a sectores de la población, especialmente a los ancianos, discapacitados, y a aquellos que no pueden permitirse un vehículo privado, limitando su participación en la vida comunitaria y económica.
Este ejemplo ilustra cómo el intervencionismo negativo, mediante la omisión de proporcionar infraestructuras y servicios públicos esenciales como el transporte, no solo falla en atender las necesidades básicas de la población, sino que también contribuye a la exacerbación de problemas sociales y económicos a largo plazo. La ausencia de transporte público es un claro reflejo de cómo las decisiones políticas y administrativas pueden tener un impacto profundo y negativo en la cohesión social, la equidad, y la sostenibilidad ambiental de las comunidades».
Otra «doctrina» muy empleada por nuestros Alcaldes es el Abstencionismo («inhibirse ante el libre juego de la dinámica económica y social»)
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