Las políticas keynesianas, inspiradas en las ideas del economista británico John Maynard Keynes, representan un conjunto de medidas económicas que promueven la intervención activa del Estado en la economía para regular el ciclo económico, en particular para combatir el desempleo y prevenir recesiones.
Estas políticas se basan en varias premisas y propuestas clave:
- Demanda Agregada: Según Keynes, la demanda agregada (el gasto total en bienes y servicios) es el factor más importante que impulsa la economía. Si la demanda agregada es insuficiente, puede llevar al desempleo y a la recesión.
- Multiplicador del Gasto: Un aumento en el gasto público puede llevar a un aumento proporcionalmente mayor en el ingreso nacional, conocido como el «efecto multiplicador». Por ejemplo, si el gobierno invierte en infraestructura, no solo emplea a personas directamente en esos proyectos, sino que también aumenta el ingreso de los trabajadores, que luego gastan más, impulsando aún más la economía.
- Flexibilidad de Precios y Salarios: En contraposición a la creencia clásica de que los precios y salarios se ajustan rápidamente para equilibrar la oferta y la demanda, Keynes argumentó que en la realidad, estos suelen ser rígidos, lo que puede llevar a desequilibrios prolongados en la economía.
- Intervención Estatal: Durante las recesiones, cuando la inversión privada cae, Keynes propuso que el gobierno debería aumentar el gasto público para compensar la caída en la demanda agregada. Esto podría financiarse a través del déficit fiscal.
- Política Monetaria: Aunque Keynes creía que la política fiscal (gasto público e impuestos) era más efectiva durante las recesiones profundas, también veía un papel para la política monetaria (manipulación de las tasas de interés y la oferta de dinero) en la estabilización económica.
- Importancia del Largo Plazo: Una de las frases más famosas de Keynes es «a largo plazo todos estamos muertos», lo que sugiere que las políticas económicas no deberían posponerse con la esperanza de que el mercado se corrija por sí mismo en el futuro.
Las políticas keynesianas ganaron prominencia después de la Gran Depresión de los años 1930, cuando muchas de las predicciones de Keynes sobre la prolongada naturaleza de la recesión demostraron ser ciertas. A lo largo del siglo XX, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, muchas economías occidentales adoptaron políticas keynesianas. Sin embargo, en las décadas de 1970 y 1980, con el auge del monetarismo y las críticas al intervencionismo estatal, el keynesianismo perdió algo de su influencia, aunque ha visto un resurgimiento desde la crisis financiera global de 2008.
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