La soberanía popular es el principio fundamental de la democracia que establece que el poder político emana del pueblo. Esto significa que son los ciudadanos quienes tienen el derecho y la autoridad para tomar decisiones políticas y determinar cómo quieren ser gobernados. La soberanía popular implica que el pueblo es la fuente última de legitimidad del Estado y que los gobernantes y las instituciones gubernamentales deben rendir cuentas ante la ciudadanía.
En el marco de la soberanía popular, los ciudadanos tienen el derecho de participar activamente en el proceso político a través de elecciones, referendos, manifestaciones y otras formas de expresión política. Además, tienen el poder de influir en la toma de decisiones y de exigir responsabilidad a sus representantes políticos.
La soberanía popular es esencial para garantizar la libertad y la autodeterminación de los ciudadanos en una democracia. Al permitir que el pueblo tenga el poder de elegir a sus líderes y decidir sobre asuntos de interés público, se promueve la participación ciudadana y se evita la concentración excesiva de poder en manos de unos pocos.
En resumen, la soberanía popular es el principio que reconoce que el pueblo es la máxima autoridad en una democracia, y que los gobernantes y las políticas del Estado deben estar en consonancia con la voluntad y los intereses de la ciudadanía. Es un pilar fundamental para asegurar la legitimidad y el funcionamiento adecuado de un sistema democrático.
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