Juan Luis Vives (1492-1540)

Es fundamental contextualizar la obra de Juan Luis Vives, «Del Socorro de los Pobres,» escrita en latín y publicada en Brujas (Bélgica) en 1525, dentro del marco histórico del siglo XVI. Esta obra ha sido considerada de gran importancia en el surgimiento de la beneficencia moderna y sentó las bases para un extenso debate sobre la situación de la pobreza, en el cual autores españoles desempeñaron un papel destacado.

Nacido en Valencia en 1492, Juan Luis Vives tuvo una personalidad polifacética y su legado se refleja en más de 50 obras que abarcan tanto temas profanos como religiosos. Se destacó como humanista, pedagogo, escritor y maestro o tutor, lo cual le valió el respeto y la amistad de los principales intelectuales de la época.

Considerado como una figura destacada del Renacimiento, Menéndez Pelayo lo describe como el compendio de la grandeza y prodigios de esta época. Vives emprendió una amplia reforma en los métodos de estudio, desde la gramática hasta la teología, y su conocimiento abarcó todas las ciencias y la antigüedad clásica. Destacó por su crítica y búsqueda de la verdad en la obra de poetas, filósofos y oradores, y fue un pensador original y profundo con una perspectiva práctica.

Joan Lluís Vives (Valencia, 1492 – Brujas 1540).

El contenido de «Del Socorro de los Pobres» muestra la desacralización de la pobreza, una idea que empezó a ser impulsada por Erasmo en su obra «Elogio de la locura» (1511) y la «Utopía» de Tomás Moro (1516). Además, Lutero y el protestantismo cambiaron el enfoque hacia el éxito económico como un signo de predestinación, relegando la importancia que el cristianismo daba tradicionalmente a la pobreza y la caridad. En este contexto, Vives propuso formalmente que el cuidado de los pobres dejara de ser simplemente un acto de caridad cristiana y se convirtiera en una función pública. Esta propuesta marcó un punto de inflexión y España se convirtió en un referente en el debate doctrinal sobre la cuestión de los pobres en todo el mundo.

En resumen, la obra de Juan Luis Vives, «Del Socorro de los Pobres,» representa un hito en la desacralización de la pobreza y en el surgimiento de la beneficencia moderna. Su enfoque en la necesidad de una asistencia pública a los pobres marcó el inicio de un debate trascendental sobre cómo la sociedad debía enfrentar el problema de la pobreza en el siglo XVI. Su legado perduró en la reflexión sobre los desafíos sociales y económicos de su tiempo, y su influencia se mantuvo en las discusiones doctrinales que continuaron desarrollándose a lo largo de la historia.

Libro Primero del Socorro de los Pobres

El «Libro Primero del Socorro de los Pobres» de Juan Luis Vives se compone de dos partes, que aunque desiguales en relevancia, no pueden ser ignoradas. En la primera parte, el autor aborda una concepción amplia de la pobreza y la limosna, donde se involucran tanto aspectos materiales como espirituales (Vives 1947:1360). Este enfoque integral muestra cómo el socorro a los necesitados va más allá de simples donaciones económicas.

En esta obra, Vives fundamenta las apelaciones a la limosna en una combinación de argumentos humanitarios y religiosos. Por un lado, se considera un mandato religioso y un medio para mantener la cohesión social, y por otro, se valora como un acto de solidaridad colectiva (1947:1364-1365). Es interesante destacar que Vives se aleja de la interpretación tradicional de la pobreza desde una perspectiva religiosa y se centra en analizar las causas colectivas que la generan.

El pensador plantea la necesidad de la intervención de las autoridades públicas para controlar los efectos negativos que la pobreza puede tener en la comunidad, y dedica un capítulo específico (el capítulo 6) al comportamiento que deben adoptar los pobres. Asimismo, los dos últimos capítulos de esta primera parte presentan justificaciones basadas en textos del Antiguo y el Nuevo Testamento para la práctica de la limosna. No obstante, Vives deja claro que la limosna tiene como objetivo principal mitigar la amenaza social de la pobreza, y por ello establece ciertos límites que también afectan al ámbito colectivo.

En resumen, la primera parte del «Libro Primero del Socorro de los Pobres» de Juan Luis Vives es un análisis profundo y completo sobre la pobreza y la limosna, que va más allá de lo meramente religioso para considerar la dimensión social y humanitaria. Vives plantea la importancia de la intervención pública y establece límites a la limosna con el fin de abordar de manera integral la cuestión de la pobreza en la sociedad de su época.

Libro segundo del Socorro de los Pobres

Luego de explorar en detalle la caridad como elemento esencial en la vida cristiana individual y en la comunidad en la primera parte de su obra, Juan Luis Vives, en la segunda parte, se sumerge en la formulación de soluciones prácticas para materializar el ideal de caridad y asistencia a los pobres. Esta sección desencadenó controversias profundas en el futuro, destacando la dimensión colectiva de su reflexión.

Vives inicia esta segunda parte instando a los gobernantes a prestar atención a los riesgos colectivos derivados de la pobreza. Desde la amenaza de enfermedades contagiosas hasta el peligro de conflictos civiles que podrían poner en peligro la estabilidad de la ciudad, Vives los exhorta a adoptar un enfoque preventivo (Alonso Seco, Gonzalo González, 2000:30), (Casado, Guillén, 2001:161).

El pensamiento de Vives gira en torno a la necesidad de asistencia pública debido a la insuficiente aplicación de la caridad privada. Para abordar esta insuficiencia, Vives propone soluciones de índole humana debido a la eficacia limitada de los enfoques religiosos. De manera categórica, asigna a las autoridades públicas la responsabilidad de cuidar de mendigos, pobres que residen en hospitales (una categoría más amplia que en la actualidad, que también incluye huérfanos y discapacitados), y los pobres que viven en sus hogares.

Vives establece como punto de partida la elaboración de un censo municipal de la pobreza, que es el equivalente moderno al inventario de recursos y necesidades. Este censo es necesario para identificar a los verdaderamente necesitados en una ciudad rica y justificar la intervención de las autoridades en su asistencia.

Una de las principales propuestas de Vives es la erradicación de la mendicidad a través de la obligación y el derecho al trabajo. Este enfoque representa un cambio radical, ya que su objetivo es eliminar la mendicidad en lugar de regularla (Maravall 1979:70).

En lo que respecta a los mendigos, Vives recomienda diferentes tratamientos según su lugar de origen. Los forasteros deben ser ayudados económicamente para regresar a sus lugares de origen, mientras que los locales deben recibir capacitación en oficios para los que muestren inclinación.

El mandato del trabajo se implementa asignando a los individuos a talleres y, en caso necesario, a obras públicas municipales, incluida la reparación de hospitales. Aquellos que no estén asignados temporalmente deben recibir sustento de la comunidad.

Vives también aborda la situación de las personas con discapacidades, como los ciegos. Su posición es clara: «Ni siquiera los ciegos deben estar ociosos; hay muchas tareas en las que pueden participar (…). La pereza y la holgazanería, no la discapacidad física, son las que les llevan a creer que no pueden hacer nada» (1947:1395). También se preocupa por los enfermos mentales, abordando el tema desde una perspectiva humanitaria, muy diferente de las actitudes crueles que prevalecían en esa época (1947:1396).

Vives destaca la importancia de la administración rigurosa de los bienes públicos como fuente financiera para la asistencia. La economía en los gastos municipales proporcionaría recursos para la ayuda social, un concepto avanzado para una obra del siglo XVI.

En resumen, la segunda parte del «Libro Segundo del Socorro de los Pobres» de Juan Luis Vives se enfoca en soluciones concretas para la asistencia pública a los necesitados. Vives aboga por la intervención de las autoridades para abordar la pobreza colectiva y erradicar la mendicidad a través del trabajo obligatorio. Su enfoque se basa en la creación de una ciudad renacentista en la que la asistencia a los pobres se convierte en un elemento fundamental de la configuración social.

La trascendencia de la obra y pensamiento de Vives

Las contribuciones de Juan Luis Vives en su obra «Socorro de los Pobres» son innegables y han dejado un impacto duradero en la reflexión sobre la mendicidad y la pobreza. Su importancia radica en diversos aspectos, como se detalla a continuación:

Vives se erige como el pionero de la reflexión sobre la mendicidad y la pobreza, y su éxito inicial radica en haber iniciado un debate que resultó excepcionalmente fecundo. Entre 1526 y 1680, se publicaron más de treinta obras de teóricos que abordaron centralmente el problema de la mendicidad, con más de un tercio de ellas surgiendo antes de 1600 (Serna Alonso 1988:52-53).

Este éxito se manifiesta aún más en la aceptación y adopción de su proyecto mediante un edicto en 1526 en la ciudad de Brujas. Las prohibiciones de que los pobres abandonaran su localidad y las demandas de un régimen administrativo para tratar la mendicidad también encontraron eco en las Cortes españolas. Las leyes sobre mendicidad promulgadas por Carlos I y Felipe II, como veremos más adelante, demuestran una relación evidente con las ideas de Vives.

No obstante, hay voces críticas que han restringido el alcance de sus innovaciones al considerar que reflejan preocupaciones y acciones previas de distintos gobiernos locales de ciudades belgas (Maravall 1979:64-65).

La controversia que generó su obra fue intensa. Un fraile agustino contemporáneo denunció las ideas de Vives sobre la beneficencia como «doctrina pestilente, perniciosa e injuriosa en grado sumo para la dignidad de la Iglesia» (Riber 1947:222). Es innegable que las ideas de Vives constituían una amenaza para los intereses tradicionales, en particular para los eclesiásticos que, como él mismo censuró en su obra, se beneficiaban económicamente de su participación en donaciones y obras benéficas (Maravall 1979:64).

Los ecos de sus ideas pueden rastrearse en épocas posteriores, incluso entre los pensadores ilustrados del siglo XVIII. Más recientemente, Vives ha sido caracterizado como pre-socialista y nostálgico de un comunismo primitivo (Guy 1985:267-273). Sin embargo, su crítica al uso de la propiedad en su época no implica una condena de la propiedad privada ni una visión colectivista de la sociedad, como aclaran los análisis de Maravall (1972:242).

Un testimonio del interés constante en su obra es su vínculo con el sistema de protección social del Estado del bienestar. Se argumenta que «La obra de Vives sienta los fundamentos de lo que después sería la política social de los estados capitalistas, que alcanzaría su mayor auge en nuestro siglo tras la segunda guerra mundial, y puesta en tela de juicio de una forma generalizada en los últimos tiempos. De ahí la actualidad y pertinencia del análisis» (Martín Martín 1988:9). Vives se encuentra así involucrado en una de las polémicas más intensas de nuestro tiempo: el debate sobre el intervencionismo y la privatización. Sin embargo, también es esencial considerar los argumentos de sus críticos, como Domingo de Soto.

Referencias
  • Alemán Bracho, C.., Alonso Seco, J.M.. and Fernández Santiago, P.. (2010) Fundamentos de servicios sociales. Valencia: Tirant lo Blanch.
  • ChatGPT

Deja un comentario