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La protección de la salud

En los pueblos primitivos, las políticas sociales en relación con la salud eran inexistentes. La salud estaba estrechamente ligada a la mitología y a una concepción sobrenatural del mundo, que veía la enfermedad como un castigo divino.

Con el paso del tiempo y tras varios hitos históricos, la concepción de la salud dio un gran salto evolutivo en Grecia con Hipócrates, conocido como el padre de la medicina. Hipócrates eliminó la idea sobrenatural de la salud, considerándola un estado de equilibrio entre los distintos humores del cuerpo y la mente. Sin embargo, su enfoque aún era individualista, ya que sugería que vivir razonablemente aumentaba las posibilidades de no enfermar.

En Roma, la diosa Salus personificaba la salud y el Imperio Romano implementó claras normas públicas relacionadas con la salud. Entre estas políticas destacan los cuidados médicos públicos, la regulación de la salubridad de los enterramientos, el suministro de agua potable y la construcción de alcantarillado. Estas medidas influyeron directamente en la higiene y la salud pública de los ciudadanos.

Durante la Edad Media, salvo excepciones como el mundo árabe con médicos destacados como Ibn Sina y la construcción de hospitales públicos, la salud se vio envuelta en un oscurantismo religioso. La enfermedad se consideraba un castigo divino, lo que llevó a la desaparición de políticas higiénicas romanas y a la irrupción de pandemias como la peste negra.

Con el Renacimiento y eventos como la conquista de América, se produjo una globalización de la salud con el intercambio de bienes, servicios y enfermedades entre el Viejo y el Nuevo Mundo. Sin embargo, la Inquisición y las creencias en posesiones demoníacas y la caza de brujas persistieron durante el Barroco.

El siglo XVIII trajo cambios significativos con la Independencia de Estados Unidos (1776), la Revolución Francesa (1789) y la Revolución Industrial en Inglaterra. La Ilustración o Siglo de las Luces promovió la conciencia ciudadana y el derecho a la salud como un derecho igual para todos. La Revolución Industrial, sin embargo, trajo consigo hacinamiento y enfermedades ocupacionales, destacando la necesidad de reformas sociales para mejorar la salud pública.

A finales del siglo XIX, la era microbiana, impulsada por los descubrimientos de Pasteur, relacionó las enfermedades con microorganismos, lo que llevó a las primeras políticas sociales centradas en la vacunación y la higiene personal.

El siglo XX comenzó con un enfoque biologicista de la salud, especialmente después de la mal llamada pandemia de gripe española de 1918. Las políticas sociales se centraron en la higiene personal y la vacunación. En España, la guerra civil, la posguerra y la dictadura marcaron las políticas de salud, pero hitos como la Constitución de 1978 y la Ley General de Sanidad de 1986 establecieron el Sistema Nacional de Salud.

A nivel mundial, la Segunda Guerra Mundial tuvo un impacto devastador, pero también llevó a la firma de importantes declaraciones como la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) y la creación de la OMS y la ONU.

La creación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1948 fue un evento crucial. La OMS definió la salud como «un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de enfermedad». Desde entonces, la OMS ha impulsado diversas estrategias globales, como:

  1. En 1977, la OMS estableció la meta de que todos los ciudadanos del mundo gocen de un nivel de salud que les permita una vida productiva para el año 2000.
  2. En 1978, se aprobó la estrategia «Salud para todos en el año 2000» en Alma Ata, Rusia.
  3. En 1984, la OMS definió la Promoción de la Salud como el proceso de capacitar a individuos y comunidades para mejorar su control sobre los determinantes de la salud.
  4. La Segunda Conferencia Internacional sobre Promoción de la Salud en Adelaida, Australia (1988), identificó seis áreas prioritarias de acción, incluyendo la salud de la mujer y la nutrición.
  5. La Tercera Conferencia en Sudnsvall, Suecia (1991), se centró en los entornos propicios para la salud.
  6. La Cuarta Conferencia en Yakarta, Indonesia (1997), adaptó la promoción de la salud al siglo XXI.
  7. En la Ciudad de México (2000), se desarrollaron prioridades de Salud 21, enfocadas en la responsabilidad social y el empoderamiento de las comunidades.

Desde el principio de los tiempos, las sociedades han intentado organizarse para cubrir las necesidades de salud. A finales del siglo XIX y en el siglo XX surgieron los Sistemas de Atención Sanitaria o Modelos de Salud. La OMS define estos sistemas como «el conjunto de organizaciones, instituciones y recursos cuyo objetivo primordial es proteger y mejorar la salud».

Existen varios modelos de atención sanitaria, pero los principales son:

  1. Modelo Liberal: Típico de países como Estados Unidos, donde no hay financiación ni regulación estatal en salud, y los ciudadanos pagan directamente los servicios a través de pólizas. Este modelo es criticado por su fragmentación y falta de equidad.
  2. Modelo de Seguridad Social: Aplicado en países como Francia, Alemania y Holanda. Este modelo, iniciado por el canciller alemán Bismarck, se financia mediante seguros obligatorios compartidos entre empresarios, trabajadores y el Estado. Ofrece una mayor cobertura que el modelo liberal, aunque sigue siendo inequitativo.
  3. Modelo de Servicio Nacional de Salud: Implantado en el Reino Unido, Suecia, Dinamarca, Portugal, Italia y España. Este modelo se financia a través de los presupuestos generales del Estado y garantiza la salud como un derecho para todos los ciudadanos. Sus principios son la universalidad, equidad e integralidad, asegurando igualdad de acceso a los servicios sanitarios.

Estos modelos reflejan las diversas respuestas de las sociedades para proteger la salud de sus ciudadanos, adaptándose a las necesidades y contextos específicos de cada país.

A lo largo del siglo XX, España experimentó hitos históricos significativos en la protección de la salud de sus ciudadanos. Algunos de estos eventos desaparecieron con el tiempo, pero otros han dejado una marca perdurable en la salud pública española. Tras la Guerra Civil (1936-1939), España enfrentó grandes deficiencias en la asistencia sanitaria, agravadas por la posguerra. Coexistían el modelo liberal, accesible solo para una clase acomodada, y el modelo de beneficencia, subvencionado por el Estado y con servicios semi-gratuitos ofrecidos por órdenes religiosas y profesionales en prácticas, dirigido a la población trabajadora en condiciones precarias.

En 1947, se instauró el modelo de Atención Sanitaria de Seguridad Social, inspirado en el sistema alemán, que solo cubría a los trabajadores por cuenta ajena con relación laboral formal. Este modelo pronto resultó insuficiente, lo que llevó a la creación de Mutualidades laborales por sectores. Sin embargo, la multiplicidad de Mutualidades generó desequilibrios financieros y dificultades de gestión, lo que condujo a la promulgación de la Ley General de la Seguridad Social de 1966 y la Ley de Financiación y Perfeccionamiento de la Acción Protectora de 1972, que intentaron corregir estos problemas.

En 1978, la Constitución Española (CE) reconoció por primera vez el derecho a la protección de la salud en su artículo 43. Además, la CE se refiere a otras realidades relacionadas con la salud, como el derecho a la vida y la integridad física y moral (Art. 15), la protección del medio ambiente y la calidad de vida (Art. 45), y el derecho a una vivienda digna (Art. 47). También menciona la seguridad e higiene en el trabajo (Art. 40.2), la previsión y rehabilitación de personas con discapacidad (Art. 49), la atención a los problemas de las personas mayores y la protección de los consumidores (Art. 51).

La adhesión de España a la Unión Europea en 1985 permitió al país participar en el Tratado de Maastricht, que entró en vigor en 1993. El artículo 129 del Tratado de Maastricht introdujo una máxima importante: “La Comunidad contribuirá a la consecución de un alto nivel de protección de la salud humana fomentando la cooperación entre los Estados miembros y apoyando la acción de los mismos.”

La entrada en vigor de la Ley General de Sanidad (Ley 14/86) en 1986 fue crucial, estableciendo el Sistema Nacional de Salud (SNS) con el principio de que todas las estructuras y servicios públicos al servicio de la salud se integren en el SNS. Los principales principios de la LGS son:

  1. Universalidad: Todos los españoles y residentes extranjeros tienen derecho a la protección de la salud y atención sanitaria.
  2. Equidad: Acceso igualitario a los servicios y prestaciones.
  3. Participación Ciudadana: A través de órganos colegiados.
  4. Financiación Pública: Mediante recursos de las Administraciones Públicas, cotizaciones y tasas.
  5. Gestión Pública: Integración de todos los recursos sanitarios públicos.
  6. Atención Integral: Promoción de la salud, prevención de enfermedades, curación y rehabilitación.

La atención sanitaria se estructura en dos niveles: Atención Primaria de Salud y Atención Especializada, con coordinación entre ambos niveles.

En 2011, la Ley General de Salud Pública (LGSP) cambió el Sistema Sanitario Español de un sistema universal a uno de aseguramiento, introduciendo copagos farmacéuticos. Esta ley y el Real Decreto-ley 16/2012 fueron derogados en 2018 por el Real Decreto-ley 7/2018, que restableció el acceso universal al SNS.

En los años 80, la situación de los «manicomios» en España era insostenible, con hacinamiento y tratamientos crueles. La entrada en vigor de la LGS de 1986, precedida por el Informe de la Comisión Ministerial de la Reforma Psiquiátrica de 1985, marcó un cambio radical. La atención a la salud mental se trasladó al ámbito comunitario, potenciando los recursos ambulatorios y domiciliarios. Esto humanizó el tratamiento de las personas con problemas de salud mental y promovió su integración social, eliminando abusos y regulando el ingreso en instituciones.

A principios del siglo XXI, la Unión Europea, mediante la agenda “Horizonte 2020”, estableció objetivos prioritarios en salud, como la promoción de estilos de vida saludables, la protección contra amenazas transfronterizas para la salud, la mejora de los sistemas sanitarios y el acceso seguro y de calidad a la asistencia sanitaria. Aunque el año 2020 trajo la pandemia de COVID-19, alterando muchos planes, los objetivos de Horizonte 2020 se centraron en mejorar la salud y el bienestar de los ciudadanos de la UE.

En mayo de 2018, la Comisión Europea adoptó una Propuesta Legislativa para el futuro presupuesto de la UE (2021-27) bajo el Programa del Fondo Social Europeo Plus (FSE+). Este plan, con una fuerte dimensión sanitaria, busca financiar políticas de salud a través de fondos específicos y otros instrumentos financieros. La agenda para su cumplimiento se extiende hasta 2027, con el propósito de mejorar la protección de la salud en la UE, adaptándose a los desafíos contemporáneos, incluida la pandemia de COVID-19.

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