LA TRANSFORMACIÓN DE LAS NECESIDADES ANTE EL CAMBIO SOCIAL

A lo largo de la historia, la aspiración de satisfacer las necesidades humanas ha sido una constante. Sin embargo, la naturaleza específica de estas necesidades y cómo las interpretamos es influenciada por la sociedad en la que vivimos y nuestra percepción del desarrollo humano. Como señala Ballester Brage (1999), cada sociedad y nuestra perspectiva sobre el ser humano proporcionan un contexto único en el que interpretar estas necesidades.

Expresado de manera diferente, mientras que las necesidades humanas fundamentales han permanecido constantes a lo largo del tiempo, los métodos y recursos que empleamos para satisfacerlas han evolucionado (S. Kehl, 1991). Esta evolución está arraigada en las distintas concepciones que hemos desarrollado sobre la naturaleza humana a lo largo de los últimos dos siglos. Estas aproximaciones reflejan nuestra comprensión y adaptación a las circunstancias cambiantes de nuestro entorno y la sociedad en la que vivimos.

El ser humano: un individuo que persigue de forma racional la consecución de sus propios intereses o un actor social dispuesto a la interacción constructiva

La interpretación y comprensión de las necesidades humanas y su origen ha sido objeto de debate durante siglos, con múltiples teorías y enfoques que intentan explicar la naturaleza humana. Dos perspectivas predominantes han emergido a lo largo del tiempo.

Una de ellas se basa en una visión más individualista y competitiva del ser humano. Esta perspectiva, ejemplificada por la teoría evolucionista de Darwin y la visión hobbesiana del hombre como un ser inherentemente conflictivo -resumido en la famosa frase «el hombre es un lobo para el hombre»-, argumenta que los individuos actúan predominantemente en función de sus propios intereses, persiguiendo la maximización de sus beneficios. En esta línea se sitúa la Teoría de la Elección Racional, que sostiene que las personas actúan de manera lógica y estratégica para alcanzar sus objetivos personales. Este enfoque ha sido defendido y ampliado por teóricos contemporáneos como Olson, Nozick, Elster, Buchanan y Tullock, entre otros.

La contraparte de esta perspectiva es una visión más altruista y cooperativa del ser humano. Según este enfoque, las personas tienen un potencial inherente para la autorrealización y la colaboración constructiva. Rousseau, por ejemplo, sostenía que los seres humanos nacen inherentemente buenos y es la sociedad la que los corrompe. Teóricos contemporáneos como Forsé y Bajoit han continuado en esta línea, argumentando que las personas tienen la capacidad de superar las adversidades y trabajar juntas para el bien común.

Sin embargo, si se adopta una perspectiva extrema de cualquiera de estas teorías, se corre el riesgo de simplificar en exceso la compleja naturaleza humana. Una visión puramente individualista podría llevar a políticas que dejen de lado las intervenciones sociales necesarias, atribuyendo toda la responsabilidad del bienestar al individuo. Por otro lado, una visión demasiado optimista podría subestimar los desafíos y conflictos inherentes a la sociedad.

Por lo tanto, es esencial que los teóricos, investigadores y políticos aborden la naturaleza humana y sus necesidades con una mente abierta y equilibrada, considerando las contribuciones y limitaciones de ambas perspectivas.

La complejidad de la naturaleza humana y de sus necesidades: el protagonismo de las políticas de acción social

La interpretación de la naturaleza humana y sus necesidades es una cuestión compleja, intrincada en las diversas facetas de la individualidad que no encajan fácilmente dentro de las concepciones teóricas tradicionales. El arquetipo del individuo racional, propio de la modernidad, parece insuficiente al ser confrontado con visiones más matizadas y profundas, como las que presenta Freud y otros teóricos contemporáneos. De hecho, recientes propuestas, como la teoría relacional de la sociedad propuesta por Pierpaolo Donati (1992), ofrecen una visión del ser humano no como una entidad aislada, sino como un ser interrelacionado, donde razón y emoción coexisten en un equilibrio delicado.

Las necesidades humanas, bajo esta lente, se perciben como fenómenos complejos. No son simplemente impulsos biológicos, sino que son continuamente redefinidas y reinterpretadas por el contexto cultural en el que las personas se desarrollan. Ballester Brage (1999) argumenta que estas necesidades deben ser entendidas como necesidades sociales, que requieren respuestas no solo individuales sino colectivas y estructuradas. En este marco, la intervención pública se vuelve central, ya que es fundamental para abordar estas necesidades en toda su complejidad.

Desde esta óptica, la elaboración de políticas sociales se convierte en una herramienta esencial. Dado el carácter social de las necesidades, la respuesta a estas no puede ser aislada, sino que debe ser colectiva y, preferentemente, articulada a través de la acción pública. Esto no excluye a otros actores sociales; por el contrario, su participación se vuelve esencial. Sin embargo, es crucial que su intervención se sitúe dentro de un marco político público que proporcione coherencia y dirección a todos los involucrados, abarcando todos los ámbitos del bienestar social.

Con esta comprensión de fondo, es vital profundizar en diferentes enfoques teóricos sobre las necesidades. También es esencial entender cómo estas necesidades evolucionan en la sociedad contemporánea y identificar a los actores responsables de atenderlas. En última instancia, es un viaje hacia una mejor comprensión de la humanidad y cómo responder a sus desafíos más fundamentales.

Aproximación teórica a las necesidades

La conceptualización de la naturaleza humana, junto con la percepción de las necesidades intrínsecas al ser humano, es profundamente influenciada por la cosmovisión predominante en cada época. En el contexto actual, como destaca Roldán García (2001), la comprensión de la necesidad humana se halla fuertemente condicionada por la ideología capitalista del libre mercado. Esta visión prioriza la promoción de deseos individuales, alimentando así la demanda y el consumo. Como resultado, se produce una desviación significativa de la perspectiva más colectiva y social de las necesidades. Esta visión a menudo ignora o minimiza las situaciones de carencia o privación que enfrentan ciertos segmentos de la población, que quedan marginados o excluidos de este modelo orientado hacia el consumo.

Esta primacía del mercado ha llevado a que la definición de lo que es «necesario» para el individuo se base más en lo que es deseable o comercializable, y menos en lo que es esencial para el bienestar y desarrollo humano integral. Por lo tanto, la «necesidad» ha sido redefinida, en gran medida, por las fuerzas del mercado, dejando a un lado consideraciones más amplias relacionadas con la equidad, la justicia social y el bienestar colectivo.

Dada esta complejidad, existen diversas aproximaciones teóricas que buscan entender y abordar la cuestión de las necesidades humanas. Algunas de estas teorías ponen el énfasis en el aspecto social y colectivo, mientras que otras pueden enfocarse más en el individuo y su autonomía. Lo que es claro es que cualquier estudio sobre las necesidades humanas no puede aislarse de las fuerzas sociopolíticas y económicas que moldean nuestra comprensión y respuesta a esas necesidades.

Por lo tanto, es crucial explorar diferentes perspectivas teóricas para obtener una visión holística de las necesidades humanas y, en consecuencia, formular estrategias y políticas más eficaces y equitativas para abordarlas. Estudiar estos enfoques es una tarea esencial si queremos construir sociedades más justas y resilientes, donde las necesidades de todos sean reconocidas y atendidas.

Las aportaciones de Maslow

Maslow es un pionero en la formulación de una teoría estructurada sobre las necesidades humanas. Propone un sistema jerárquico, postulando que las necesidades inferiores deben ser satisfechas antes de que se puedan reconocer y abordar las superiores. La jerarquía de Maslow (1963) es un marco crucial para entender la motivación humana y el comportamiento, y ofrece insights valiosos sobre cómo se pueden abordar las necesidades humanas a nivel individual y social.

  1. La Eterna Búsqueda Humana: Maslow sugiere que los seres humanos están en una búsqueda constante para satisfacer sus necesidades. Este proceso es continuo y dinámico; una vez que una necesidad está satisfecha, surge otra. Los seres humanos, por naturaleza, siempre querrán más, y este deseo incesante impulsa su comportamiento.
  2. Jerarquía de Necesidades: Las necesidades se organizan en una estructura jerárquica, empezando por las necesidades básicas o fundamentales. Solo cuando estas necesidades básicas están satisfechas, las necesidades superiores, como la autoestima y la autorrealización, se vuelven prominentes.
  3. Necesidades Básicas:
    • Fisiológicas: Estas necesidades son fundamentales y se relacionan con la supervivencia. Incluyen necesidades como alimento, agua, refugio y sueño.
    • Seguridad: Las personas buscan estabilidad, seguridad y protección contra los peligros y amenazas.
    • Pertenencia y Amor: Los seres humanos tienen una necesidad intrínseca de relaciones interpersonales, amor, amistad y un sentido de pertenencia.
    • Estima: Esto se refiere a la necesidad de respeto, reconocimiento y aprecio, tanto de uno mismo como de los demás.
  4. Meta-Necesidades: Maslow identifica un conjunto de necesidades superiores relacionadas con la autorrealización y la realización del potencial humano. Estas necesidades no son jerárquicas entre sí y están más asociadas con la realización espiritual y personal.
  5. Contexto Cultural: Maslow reconoce que, aunque las necesidades son universales, la forma en que se manifiestan y se satisfacen está profundamente influenciada por el contexto cultural. La cultura juega un papel crucial en determinar cómo los individuos reconocen, interpretan y buscan satisfacer sus necesidades.

El trabajo de Maslow resalta la complejidad y la multidimensionalidad de las necesidades humanas. La satisfacción de estas necesidades no es un proceso lineal, sino uno dinámico y recursivo, donde la satisfacción de una necesidad puede revelar o crear otra. Este marco no solo es aplicable a nivel individual, sino que

Aplicación de la Teoría de Maslow en una Organización Empresarial:

Supongamos que hay una empresa llamada «TechSolutions» que está experimentando problemas de retención de empleados y desea abordar este problema utilizando la teoría de la jerarquía de necesidades de Maslow.

  1. Necesidades Fisiológicas:
    • Acción de TechSolutions: Garantiza que todos los empleados reciban un salario justo y competitivo, lo que les permite cubrir sus necesidades básicas como vivienda, alimentación y transporte. Además, proporciona un ambiente de trabajo cómodo con pausas regulares para que los empleados descansen, tomen agua y coman.
  2. Necesidades de Seguridad:
    • Acción de TechSolutions: Ofrece contratos laborales estables y proporciona un entorno de trabajo seguro, con protocolos claros de seguridad y salud ocupacional. Además, instaura programas de seguro médico y beneficios de jubilación para sus empleados.
  3. Necesidades de Pertenencia y Amor:
    • Acción de TechSolutions: Promueve un ambiente de trabajo colaborativo y fomenta la formación de equipos. Organiza eventos sociales y actividades team building para que los empleados interactúen y construyan relaciones más allá del trabajo. Se asegura de que los nuevos empleados sean bienvenidos e integrados adecuadamente.
  4. Necesidades de Estima:
    • Acción de TechSolutions: Implementa programas de reconocimiento para destacar y recompensar el trabajo sobresaliente. Ofrece oportunidades de desarrollo profesional y promoción. Proporciona feedback regular y constructivo, asegurando que los empleados se sientan valorados y reconocidos.
  5. Necesidades de Autorrealización:
    • Acción de TechSolutions: Facilita oportunidades de formación y aprendizaje continuo, permitiendo a los empleados mejorar y adquirir nuevas habilidades. Fomenta un ambiente donde los empleados puedan tomar iniciativas y trabajar en proyectos que les apasionen.

Con el tiempo, TechSolutions observa una disminución en la rotación de empleados y un aumento en la satisfacción y el compromiso de los empleados. Al abordar las necesidades en diferentes niveles de la jerarquía, la empresa ha creado un ambiente en el que los empleados se sienten valorados, seguros y motivados para alcanzar su máximo potencial.

Pirámide de Maslow, o jerarquía de las necesidades humanas.
Principales críticas al diseño de Maslow: las aportaciones de Doyal y Gough

El trabajo de Maslow en la jerarquía de necesidades se ha convertido en una piedra angular en el estudio de la motivación humana. Sin embargo, no está exento de críticas. Doyal y Gough (1994) presentan una revisión profunda y crítica de la teoría de Maslow, planteando problemas inherentes y proponiendo una interpretación alternativa de las necesidades humanas.

  1. Ambigüedad y Superposición de Necesidades: Doyal y Gough argumentan que Maslow no es exhaustivo en su clasificación de necesidades, lo que implica que hay una falta de claridad y una superposición en cómo se categorizan y priorizan las necesidades. Cuestionan la rigidez y la secuencialidad de la jerarquía de Maslow, sugiriendo que en la realidad, las necesidades pueden no seguir un orden establecido y pueden coexistir o interconectarse.
  2. Necesidades vs Motivaciones: Critican la tendencia de Maslow a equiparar necesidades con motivaciones o impulsos. Doyal y Gough enfatizan que las necesidades son objetivas y fundamentales para el bienestar humano, mientras que las motivaciones pueden ser subjetivas y varían según los individuos y las circunstancias.
  3. Enfoque Social y Contextual de las Necesidades: Proponen un enfoque que reconoce la influencia del entorno social en la identificación y satisfacción de las necesidades. Argumentan que las necesidades son socialmente definidas y deben ser comprendidas en el contexto de las condiciones culturales y sociales específicas.
  4. Autonomía y Supervivencia como Necesidades Fundamentales: Doyal y Gough identifican la autonomía personal y la supervivencia física como necesidades humanas elementales. Estas necesidades son precondiciones para que los individuos puedan participar efectivamente en cualquier forma de vida cultural.
  5. Condiciones Sociales para la Satisfacción de Necesidades: Subrayan la necesidad de condiciones sociales específicas que permitan la satisfacción de las necesidades humanas. Esto incluye la producción suficiente de satisfactores de necesidades, la reproducción biológica y social, la transmisión de aptitudes y valores necesarios, y la institución de sistemas de autoridad que garanticen el respeto de las reglas que facilitan la satisfacción de las necesidades.

La crítica y las aportaciones de Doyal y Gough a la teoría de Maslow tienen implicaciones profundas en cómo entendemos y abordamos las necesidades humanas en contextos sociales, económicos y políticos específicos. Invitan a una reconsideración de las teorías de necesidades en términos de su objetividad, su relación con el contexto social y cultural, y la identificación de condiciones que facilitan o inhiben su satisfacción.

En el contexto de la sociedad post-industrial, estas críticas y aportaciones invitan a una reflexión más profunda sobre cómo las transformaciones sociales y económicas afectan la naturaleza y la satisfacción de las necesidades humanas, y cómo se pueden identificar y abordar las desventajas específicas que enfrentan ciertos grupos dentro de la sociedad.

La sociedad de consumo y la creación de las necesidades

Desde la perspectiva de la economía clásica, el consumo se define como el acto de adquirir bienes que han sido valorizados y monetizados al introducirse en el mercado. Estos bienes, destinados a satisfacer las necesidades materiales fundamentales de los individuos, como alimentación, vestimenta y vivienda, constituyen los cimientos del bienestar humano.

No obstante, esta concepción tradicional ha experimentado una transformación en la era contemporánea, especialmente en el contexto de las sociedades postindustriales. Pérez Tornero destaca un fenómeno dual que caracteriza esta transición:

  1. La Evolución de las Necesidades: En las sociedades avanzadas, la atención a las necesidades básicas ha disminuido, dado que se consideran generalmente satisfechas. Como resultado, surge un enfoque creciente en las «necesidades secundarias», aquellas que están imbuidas de significado simbólico, vinculadas a la autoestima y la identidad personal. Este cambio en el foco de atención exige una reevaluación de las políticas sociales, orientando los esfuerzos hacia la integración de la diversidad cultural, la promoción del voluntariado, y el fomento de un desarrollo más sostenible.
  2. La Emergencia del Consumo Simbólico: Los recursos y energías que anteriormente se dedicaban a satisfacer necesidades básicas, ahora se enfocan en infundir significados simbólicos a los objetos de consumo. Un automóvil, por ejemplo, ya no se valora únicamente por su funcionalidad de transporte, sino también como un signo de estatus y prestigio.

Esta dinámica refleja la teoría de Maslow sobre la jerarquía de necesidades: una vez que se satisfacen las necesidades básicas, emergen necesidades de orden superior. El Estado de Bienestar, por lo tanto, se enfrenta al desafío de atender demandas más complejas y diversificadas.

La creciente priorización del consumo simbólico no debe eclipsar la persistencia de desigualdades significativas. Sectores marginados de la sociedad continúan luchando por acceder a necesidades básicas, creando un abismo entre ellos y aquellos inmersos en la búsqueda de la autorrealización.

Marcuse enfatiza la distinción entre «falsas necesidades», aquellas que son producto de la socialización y la influencia mediática, y las necesidades vitales, cuya satisfacción es fundamental para el desarrollo humano integral.

En este contexto, es imperativo que las políticas sociales mantengan un enfoque equilibrado. Aunque es necesario reconocer y atender las necesidades emergentes, también es crucial no pasar por alto las carencias persistentes en necesidades fundamentales. La implementación de servicios sociales robustos y especializados es esencial para mejorar la calidad de vida de los sectores más vulnerables, cuya prevalencia, lamentablemente, sigue en aumento en nuestras sociedades modernas.

Los excluidos en las sociedades de servicios

Las sociedades desarrolladas han atravesado, especialmente en la segunda mitad del siglo XX, transformaciones significativas. La globalización, el auge tecnológico y la revolución informativa han forjado cambios a veces inesperados en su estructura social. Tezanos (1992) subraya varios elementos clave en este nuevo orden:

  1. Disminución de la población activa en la industria, afectando la identidad política de la clase obrera.
  2. Crecimiento del desempleo, provocado por conflictos entre el desarrollo económico y el consumo.
  3. Una tendencia a reducir el apoyo social, afectando principalmente a grupos vulnerables como desempleados, jubilados y marginados.
  4. Aumento del desempleo estructural de larga duración y la aparición de «infraclases».

Este panorama social presenta una dualidad: por un lado, una expansión de las clases medias, y por otro, un segmento creciente compuesto por desempleados, marginados y jubilados.

En este contexto, los sistemas de bienestar tradicionales se enfrentan a nuevos «Estados del malestar». Grupos como jóvenes, mujeres, ancianos y minorías, tradicionalmente considerados «diferentes», enfrentan desafíos singulares (Rosanvallon, 1997). Según Enrique Gil Calvo, la marginación se podría entender como una «integración social incompleta», donde los individuos carecen de ciertos requisitos considerados esenciales para ser ciudadanos plenamente integrados. Estos incluyen:

  1. Tener un empleo estable y bien remunerado.
  2. Poseer responsabilidades familiares y un hogar propio.
  3. Acumular bienes en propiedad.
  4. Participar activamente en la vida pública.

No todos los individuos cumplen con estos criterios, lo que subraya la necesidad de políticas sociales y sistemas de servicios que atiendan a estos grupos. Las administraciones públicas, incluyendo la española, deben satisfacer las demandas de grupos en crecimiento, como los ancianos, mujeres y jóvenes. Además, se deben considerar grupos emergentes como:

  • Inmigrantes: España se ha convertido en un destino preferido para personas de regiones como el Magreb y África Sub-sahariana. Estos inmigrantes, a menudo indocumentados, enfrentan barreras en el acceso a servicios y prestaciones.
  • Personas afectadas por toxicomanías, el SIDA: Estas problemáticas generan retos adicionales, como la desintegración familiar y problemas de salud, que requieren respuestas urgentes.

Es esencial diseñar políticas sociales flexibles y dinámicas, capaces de adaptarse a una realidad en constante evolución.

REFERENCIAS

  • Alemán Bracho, C.., Alonso Seco, J.M.. and Fernández Santiago, P.. (2010) Fundamentos de servicios sociales. Valencia: Tirant lo Blanch.

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